En nuestra vida siempre hay un libro especial, véase porque lo descubrimos en un momento concreto y definitorio de nuestra existencia, porque su historia conecta con nosotros como ninguna otra, porque nos hace viajar y abrazar lo desconocido. En mi caso, ese libro es El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy, el cual reportó el premio Booker a la autora en 1997, vendió más de 8 millones de copias y fue traducido 42 idiomas. Veinte años después, pero sin moverse de la India, Roy publica su nuevo libro, El ministerio de la felicidad suprema.
Aunque Arundhati Roy tardase cuatro años en escribir su primera novela ( 1992 – 1996), más de una vez se la ha escuchado decir que, realmente, llevaba toda su vida escribiéndola. Porque a pesar del realismo mágico y del exotismo que sedujo a Occidente, El dios de las pequeñas cosas es ante todo el retrato cotidiano de una familia sirio-cristiana del tropical estado de Kerala mediante el que autora rinde homenaje a sus propias vivencias, aunque ello conllevara 35 años de espera. Y es ahora, 20 después de tantos premios y éxitos, cuando volvemos a tener noticias de nuevo material de la que es una de las autoras más famosas (y concienciadas) de la India.
Y es que durante los últimos 20 años Roy ha vivido inmersa en otros proyectos paralelos, especialmente activistas: la denuncia de a las pruebas nucleares realizadas por el gobierno indio en el estado de Rajastán (el cuál derivó en El final de la imaginación, uno de sus muchos ensayos), documentales sobre la guerrilla maoísta, denuncias al nacionalismo hindú, la defensa de los derechos de las mujeres en un país tan desigual como el suyo y hasta declaraciones acerca de un lado oscuro de Gandhi que levantó ampollas entre los sectores más conservadores de la India. Pero nadie, ni siquiera su agente literario, se olía que una nueva novela comenzaba a cocinarse en la mente de la autora.
“No sé cuando comencé a escribirlo, quiero decir, es algo muy esotérico”, confirmaba Roy a The Guardian recientemente, si bien en todo momento tuvo claro que “no quería un El dios de las pequeñas cosas 2”.
Comentarios
Publicar un comentario