El Bagre Juan
Después de pasar una semana
de encierro obligatorio, en el
apartamento de Weston,
cautivo del Huracán Francis, golpeado y maltratado por la intensa lluvia, las tormentas eléctricas y
lo que es peor, aturdido
día y noche por los boletines radiales y
televisivos
anunciando la peor
de las catástrofes, que gracias a Dios
nunca llegó, decidí tomarme una semana de
siesta en Sarasota
en el Golfo de México, con playas de
arenas blancas y
un mar de aguas marrones muy poco
invitantes, nada que ver con las hermosas aguas azules de Margarita, mi isla favorita. Estoy alargando mucho, divagando en aburridas descripciones y ya es hora de abordar
el tema.
Estaba en la playa, sentado en un pequeño muelle
de madera con los pies en el agua, con mi sombrero al estilo Hemingway en la cabeza, (único parecido con ese famosísimo autor) y
mi inseparable habano en la boca,
dedicado a mi deporte favorito, “descansar sin hacer nada”, me
entretenía
mirando un grupito de personas
dedicada a la pesca
deportiva que con sus cañas lanzaban
el
nailon a las olas y
de vez en cuando lograban capturar un pobre bagre. Lo que me llamó la atención es que
una vez capturado el pez, con unas
pinzas
especiales,
le sacaban el anzuelo
de la boca y lo
devolvían al mar.
El sol alto en el cielo, el calor
era húmedo y asfixiante,
únicamente las cervezas muy frías, que un bondadoso mesonero me
traía, cada vez que,
con
mucha fatiga, levantaba
mi mano para
hacerle una
seña, lograban mantenerme
firme
en mi sitio.
Estaba
terminando de saborear mi enésima
Budweiser cuando una voz
ronca y pegajosa me habló desde la orilla.
–Hola ¿me escuchas? Sí, es contigo.
–¿Quién me habla?
–Soy el Bagre Juan ¡aquí estoy!, en la orilla a tu lado
¿Me
ves?
–¿Escucho
voces? Llegó el
momento de beber menos cerveza.
–¿Por qué te extrañas que
un bagre te hable, si pasas el
tiempo conversando de filosofía con tu perro Sócrates? La única diferencia entre él y yo es que él te habla en español y
yo
en inglés.
–Lo que me extraña
es
cómo te entiendo si yo no hablo nada de inglés.
–Qué te importa el idioma, cretino,
éste es un cuento y
todo es posible.
Aunque no me crean, así fue
como conocí al Bagre Juan, que
por cierto a pesar de
su voz
ronca tenía
una agradable capacidad de
conversación. Que el tal Juan me
dijera cretino, me hizo pensar en que los humanos somos los
únicos animales a los que se les puede llamar de esa
manera, como, en teoría, somos la
única especie capaz
de razonar, también somos la única
que, al mal utilizar nuestra
capacidad,
podemos convertirnos en
estúpidos. Conozco unos cuantos que se han transformados en ineptos
crónicos, por ejemplo nuestros gobernantes y políticos. Estoy divagando, la edad ya no me
deja concentrar en un solo tema, mejor regresemos a lo del
Bagre.
–¡Tienes razón Juan! las fábulas
nos hacen soñar y en
los sueños todo es posible.
– ¿Estás viendo
esos pescadores
en la orilla?
–Sí,
los veo, desde que estoy aquí
han
pescado y devuelto
al agua varios
Bagres ¿Serán parientes tuyos esos peces?
–Parientes, amigos, conocidos,
¿qué importa? Son animales y como tales tienen derecho a ser dejados tranquilos.
–Es posible, pero no puedes negar que
estos pescadores son
buena gente y sin duda amantes de la naturaleza y
los animales. Otros y
en
otras épocas, sólo los hubieran pescado y
matado para luego comérselos, éstos los devuelven
vivos al agua.
– ¡Huiiiiiiiiiiiii! yo perdiendo el tiempo con este imbécil ¿No entiendes que lo que
hacen es aparentemente humanitario, pero
en
realidad es hasta más cruel que comerse el pobre pez?
– ¿Cómo puede
ser más cruel devolver el pez al agua sin matarlo? Creo
que estás confundido.
– ¿Confundido yo? Vamos a
ver, trata de
pensar, (A lo
mejor pido demasiado, querer
que este torpe
piense como uno de
nosotros), imagina que tú eres un bagre, mordiste el
anzuelo… tratan de sacarte del agua, pero tú ya sabes cual suerte te espera y
entonces decides pelear con todas tus fuerzas, jalas
la línea, saltas,
te hundes, das vueltas…
el
pescador por su parte, jala
de la caña, da
vueltas al molinete y recupera el hilo… el anzuelo se clava más y
más
en tu boca, con cada tirón sientes la aguja asesina
penetrar en tus carnes… las fuerzas te abandonan,
el dolor ya es insoportable ¡al fin el hombre ha ganado sobre
su presa! Pero tus sufrimientos no han terminado,
recién comienzan:
Ahora te toma con su mano izquierda, no puedes respirar
fuera del agua, sientes como la
vida se pierde, te
asfixias… Con
tus últimos instantes de conciencia percibes algo metálico fuerte entrando por tu boca, son
las pinzas que agarraran la cabeza
del
anzuelo, lo retorcerán, lo estirarán, lo halaran con una fuerza abrumadora hasta
lograr que el hierro se
desprenda
de ti, arrastrando con: él trozos de
tu garganta, de
tu boca, dientes y cartílagos… Nuevamente respiras, estás en el agua,
sangrante, malherido pero
en
el agua…
la vida regresa,
intentas nadar, te alejas del peligro… de golpe
aparece frente a ti un predador, un pez más grande buscando comida, tratas de
huir pero no
tienes suficientes fuerzas… Sólo puedes ver la boca
de tu asesino cerrarse
con fuerza sobre ti.
–Me dejaste
temblando de miedo, esto es peor que un cuento de terror
de Stephen King; mira
tengo los pelos
erizados y mis manos tiemblan todavía. Necesito algo más
fuerte que una cerveza para reponerme.
–Amigo mío, ésta es la triste realidad de lo que sucede
con ésta mal llamada pesca deportiva.
–Nunca hubiera podido imaginar algo
tan terrible.
–Es otra
muestra de la gran justicia humana; unos cientos de
pescadores capturan y torturan miles
de peces al
año
y son considerados hombres ejemplares,
un solo tiburón ataca un hombre que imprudentemente
invadió sus dominios y es considerado un asesino al que hay que
exterminar.
–Eso tiene algo de lógica, cada especie defiende
su
gente contra los
ataques de otras especies,
es parte fundamental de la ley de supervivencia.
–Con la diferencia que los animales sólo cazan para defenderse, comer y
sobrevivir. El hombre caza y pesca por deporte, sin necesidad y
sin importarle nada de sus presas.
–Tienes toda la razón mi buen amigo ¿Quieres un trago? A lo mejor te ayuda a pasar la pena.
–Pásame esa botella, si tú te tomaste tantas, algo bueno deben tener.
Comentarios
Publicar un comentario