La Dama Virtuosa…
Hace
casi dos meses que Alan ya no está. Día tras día permanecía aguardando frente a
esta ventana esperando ver su auto remontar la colina hasta detenerse frente al
portón, era una espera vana, él no vendría, sólo podía llorar mi angustia, de
él permanecían únicamente los recuerdos.
Después
del accidente María se encerró en la casa, no quiso recibir ni ver persona
alguna. Solamente Juana, la joven doméstica que vivía con ellos desde hace muchos
años, se quedó acompañándola y acudiéndola. Ella, absorta en sus recuerdos, no
comía, no hablaba, sólo la chica lograba hacer que tomara algo muy frugal. Habían
sido la pareja perfecta: Alan, amante apasionado, de cabello negro muy corto,
ojos azules profundos, graduado en leyes con los más altos honores. María,
alegre y vivaz, espigada, pelo rubio suelto, senos gruesos y firmes como
colinas, cintura pequeña caderas contorneadas, ojos negros. Quince años
felices, quince años de amor y lujuria inolvidables.
_Doña
María es necesario que coma algo, mire le preparé una sopita de pollo muy
liviana _ ¡Ay! mi fiel Juana no puedo comer, el dolor cierra mi estómago,
quisiera morir ahora. No digas estas cosas, usted es joven y hermosa, su deber
es vivir, cierto que el Señor Alan, que en paz descanse, quisiera verla feliz. _
¿Cómo puedo ser feliz? él ha sido mi único amor, no he conocido otro hombre en
mi vida, era todo, sin él no soy nada.
-Tome
abra la boca y pruebe este consomé caliente ¿Verdad que está bueno?, éste la
reanimará un poco.
Recuerdo
cuando nos conocimos en casa de mi prima Irene en la fiesta de sus treinta
años, fue amor a primera vista. Ella nos presentó. En verdad en ese momento ni
el nombre entendí, en mi cabeza únicamente escuchaba las campanas redoblar a
fiesta, no pude despegar mi vista de su sonrisa. Él me invito a bailar, acepté
y no nos separamos más. Al poco tiempo nos fuimos de la fiesta juntos.
Caminamos en la noche en la orilla del mar; allí, en la arena cálida, bajo una
palmera y con la luna de testigo, él me tomó. Fue mi primera vez, estaba
asustada, él me recibió con enorme ternura, me entregué con pasión. Después de
tantos años estremecimiento sacude mi ser al recordar sus manos que recorrían
mi cuerpo, su boca explorando mis rincones más recónditos.
La
mañana siguiente recibí un enorme ramo de rosas rojas, en una de ellas venía
atada una sortija y una tarjeta que decía: Eres la mujer de mi vida, ¿aceptas
ser mi esposa?
Dos
semanas después ya nos estábamos casando, sorprendiendo a todos nuestros
conocidos.
_Doña
María, le subí un poco de té con galletitas.
_Te
agradezco Juana pero no puedo tomar nada, no tengo ánimo.
_Mi
doña, no puede dejarse morir frente a esta ventana, haga un esfuerzo. Recuerde,
cuando el Dr. Alan estaba en casa, le agradaba tomar el té con usted a esta
hora, él la está viendo y seguro desea que usted lo tome…
Todos
estos años él fue mi luz, mí guía, llenó totalmente mí vida ¿Qué voy a hacer
ahora, cómo llenaré este vacío tan grande? Si hubiéramos tenido un hijo. Nunca
pensamos que un niño hubiera dado más motivos a nuestras vidas. Ahora me doy
cuenta de cuán egoístas fuimos, los dos lo veíamos como un competidor que
robaría parte del amor que nos teníamos.
_Doña
María, perdone que me meta en sus asuntos, usted sabe cuánto la quiero, ya pasó
mucho tiempo desde el accidente, está muy bien que conserve el luto pero esto
de estar encerrada en casa, sola con los recuerdos, no es nada bueno.
_Entiendes
Juana que Alan era mi vida, sin él nada me motiva ni me interesa.
_Señora,
así se enfermará. El Dr. Javier viene todos los días, desea que lo reciba,
quiere darle sus condolencias.
_No
quiero ver a nadie, no insistas. Sólo quiero estar con mí Alan.
_El insiste, está llamando a diario. Creo que al
menos una vez debería recibirlo.
_ ¿Es
qué la gente no entiende que no puedo?, únicamente tengo ganas de llorar.
_Mi
doñita, usted sufre demasiado, tiene que distraerse, la vida debe continuar.
Estoy segura que el Señor Alan desea verla feliz.
_
¿Qué voy a hacer? No soy capaz.
_Reciba
al Dr. Javier, le hará compañía, es un caballero muy atento y querido por su
esposo.
_No
estoy presentable, no quiero me vean así.
_Usted
siempre se ve bien, es una mujer hermosa. Le digo que venga en la tarde, así
usted tendrá tiempo de descansar y arreglarse un poco.
Desde
la ventana abierta entraba el perfume de la primavera, el sol jugaba con las
ramas dibujando sombras en el jardín. Cientos de recuerdos se acumulaban
mientras una lágrima resbala por su mejilla: _Pasa Javier, quiero presentarte a
María, mi esposa.
_Tenía
gran curiosidad de conocer a la mujer extraordinaria que en tan poco tiempo
capturó al zorro de Alan.
_Ni
tan extraordinaria, la verdad es que él me conquistó.
_De
verdad eres especial y muy bella. Serán muy felices los dos.
_No
merezco tantos halagos.
_No
hagas caso de sus cumplidos, es un Don Juan.
_Sólo
porque soy alérgico al matrimonio no quiere decir que sea mujeriego. Esta noche
los invito a cenar, brindaremos por su feliz encuentro.
_Te
aceptamos la invitación con placer y de paso invita a tu última conquista así
la conoceremos…
_De
acuerdo, a las 8 en el Barney.
_Con
un gesto de la mano ella secó las lágrimas de su rostro y lentamente se alejó
de la ventana.
_Señora
llegó el Dr. Javier ¿Qué le digo, lo hago pasar?
_No
sé Juana ¿Cómo me veo, crees puedo recibirlo así como estoy?
_Usted
siempre se ve bien, puede recibirlo… no se arrepentirá.
Juana
salió y fue en busca del Joven.
María,
algo nerviosa trataba de arreglar unos pliegues de su vestido negro, y su
peinado.
_
¿Cómo estás María?, llevo días tratando de hablarte, estaba muy preocupado por
ti.
_Estoy
bien, disculpa que no te recibiera antes, necesitaba estar sola, no quería ver
a nadie. Ven, siéntate a mi lado.
_Entiendo
tu dolor, él era un hermano para mí. Pero tienes que reaccionar, ya pasó mucho
tiempo y sólo lograrás enfermarte.
_Es
muy pronto, él dejó un enorme vacío, nadie podrá llenarlo nunca. _
Un
sollozo interrumpió a María, sus ojos enrojecidos se aguaron, él tomó sus manos
entre las suyas.
_Apoya
tu cabeza en mi hombro y llora, desahógate, te hará bien.
_
¿Qué haré sin él? Era todo en mí vida y ahora ya nada tengo.
_Tienes
unos bellísimos recuerdos que te acompañaran para siempre y me tienes a mí, su
mejor amigo _
Un
nuevo suspiro la estremeció, él la atrajo a si y acarició su cabeza con ternura, mientras sus
labios le besaban en la mejilla.
_Eres
una mujer bella e inteligente, el tiempo curará todas las heridas.
_ No
sé qué hacer, él fue el único hombre que amé en mi vida.
_Él
te amaba y el día que logres sobrellevar tu dolor será feliz.
Estar
entre los brazos de Javier y sentir esa mano que le acaricia la cabeza le infundía
una gran tranquilidad, sentía como un nuevo despertar de su cuerpo. Se acercó
más, como buscando protección y calor. Él le apoyo una mano sobe una rodilla acariciándola suavemente. Sintió
su cuerpo despertar mientras sus labios
húmedos rozaban el cuello de Javier. La mano, por debajo de la falda, fue subiendo por el muslo, acariciando con
suavidad.
Un
mar de ideas daba vueltas en su cabeza, deseos, temores, goce. La mano seguía subiendo,
los dedos tocaron la fina seda de sus bragas, la apartaron. María quería
gritar, pero de su boca sólo salió un suspiro. Los dedos codiciosos, exploraban
su flor del placer, se adentraban en ella. No pudo resistir más y su boca,
ávida, sedienta, busco la de él, mientras ambos cuerpos se entregaban al
placer…
María
continuó guardando el luto por varios meses como correspondía a una joven viuda
enamorada. Javier la visitaba varios días a la semana y cuando él no podía ir,
ella, con la complicidad de su fiel Juana, fue invitando a otros amigos de
Alan…
Confía tu barco a los vientos (*)
Pero jamás tu corazón a una mujer
Porque las olas son más firmes
Que la fidelidad de la mujer.
No hay ninguna mujer buena;
O si alguna vez lo ha sido
No comprendo cómo algo malo
Pudo ser bueno alguna vez.
(Seutonio Petronio)
Nota
del autor (*): Los versos son de Petronio y los tomé prestados del Cuento “LA
MATRONA DE EFESO” a la que se inspira este escrito.
Fredo
Nedi
-17/7/2005
©reservados
Última
revisión
15/02/2018
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